Todos hemos escuchado sobre la técnica del Botox para corregir imperfecciones faciales, hoy en día es una práctica común, que se practica alrededor de todo el mundo, especialmente entre las celebridades.

El Botox, o en su nombre técnico, toxina butolínica, es una neurotoxina de tipo A, que es utilizada en medicina con el fin de tratar enfermedades de origen neurológico, y también con fines estéticos.

Esta neurotoxina se libera por el botulismo, que en realidad es una enfermedad originada por una bacteria que ocasiona parálisis muscular.

Precisamente ese efecto es el que conseguimos de la aplicación del Botox, por supuesto de una forma controlada y completamente segura, pero por las mismas razones es importante contar con la asistencia de un profesional.

La acción principal que realiza es relajar las fibras musculares, y de esta forma se reduce su potencia al ejercer la contracción, cortando en cierta medida la comunicación con los nervios.

Gracias a esto, la aparición de arrugas y líneas de expresión en el rostro se ven detenidas por periodos específicos de tiempo, y las marcas de la cara se suavizan en gran medida.

¿Sabías que hay diferentes contextos en los no sabemos que es utilizado el Botox?

Así es, actualmente es utilizado para tratar diversas afecciones, como por ejemplo el estrabismo, las algias vertebrales, el mal de blefaroespasmos, que trata sobre una contracción de la musculatura ocular involuntaria.

Además, también puede utilizarse en el tratamiento de la hiperhidrosis, la migraña, e incluso en la incontinencia urinaria para personas que sufren de paraplejia.

Ahora bien, en cuanto a su aplicación para la corrección de imperfecciones faciales, lo más común es utilizarlo para la prevención y eliminación de arrugas.

¿Te han dicho que se corren muchos riesgos al hacerlo solo por fines estéticos?

La realidad es que muchas personas consideran que los efectos adversos son demasiados, y que lo mejor sería dejar nuestro rostro lo más natural posible, para evitar cualquier inconveniente.

Sin embargo, ese miedo está fundamentado en la falta de conocimiento sobre el tema, ya que en realidad los beneficios del tratamiento de Botox hacen mucho más peso.

En principio, estamos hablando de un procedimiento que no requiere en ninguna medida una cirugía, por lo que es completamente inofensivo, no es invasivo, y no requieres siquiera de un tiempo de reposo.

Su aplicación suele ser en el entrecejo, en algunas zonas de la frente y por supuesto en los lados de los ojos, para las famosas patas de gallo.

La expresión facial de las personas que se someten al tratamiento del Botox toma una apariencia rejuvenecida y muy limpia, y todo sin someterse a ningún grado de dolor.

De hecho, algunos profesionales indican que es posible que la aplicación del Botox ayude a combatir algunos síntomas de depresión, ya que la autopercepción de las personas cambia en gran medida, conforme se sienten más atractivos.

Por supuesto, tampoco podemos negar que existe alguno que otro efecto adverso

Como en cualquier tipo de procedimiento, la posibilidad de sufrir algún efecto adverso existe, por más mínima que ésta pueda llegar a ser.

En especial, vemos casos en los que se producen estos efectos, cuando no se cuenta con un profesional calificado para la aplicación del tratamiento.

Por más sencillo que suene, no es algo que puede ser realizado por cualquier persona, ya que se necesitan técnicas, medidas y mucho conocimiento detrás de la ciencia de la aplicación para que, precisamente, se vuelva tan fácil.

Por ejemplo, los especialistas no suelen recomendar, en lo absoluto, la aplicación del Botox por debajo del área del cuello, pero podemos encontrarnos con personas que decidan aplicarlo de todos modos con tal de recibir ganancias monetarias.

Otro punto a tomar en consideración es que el rango de edad de las personas que prueban este tratamiento no debe estar por debajo de los 20 años de edad, ni tampoco sobre pasar los 65 años, y no debe aplicarse en personas embarazadas.

¿Cómo prevenir cualquier efecto adverso?

Lo más importante, como hemos mencionado antes, es estar en manos de profesionales especializados en la aplicación de este tratamiento.

Asegurarnos de que la sustancia no esté mezclada con algún otro producto o toxina que pueda generarnos efectos secundarios no deseados.

Verificar cuáles son las marcas que son autorizadas por las Instituciones Sanitarias Nacionales para aplicación de este tratamiento.

Tomar en cuenta siempre una prueba inicial, en pequeña medida, para verificar cuál es la reacción que nuestro cuerpo presenta ante la sustancia, y así prevenir un brote de alergia mayor.

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